Ella se pasaba los días buscando cariño y muestras de afecto por parte de los demás. Intentando comportarse de la forma más apropiada para conseguirlo. Sin darse cuenta que no hacía falta demandar nada. Anhelando lo que no tenía, observando otras relaciones desde la distancia y preguntándose cuál sería la fórmula mágica. Mirando siempre desde su ventana. Buscando la respuesta a tantas preguntas.
Cada día esperaba palabras de afecto por parte de los demás, pero no siempre llegaban. Continuaba esperando sentada, una y otra vez, desde la misma posición y el mismo lugar. Se sentía perdida, ante la falta de estas muestras. Y las reclamaba constantemente, dando lugar a la frustración.
Un día, entro en un nuevo entorno, familiar aunque desconocido para ella.
Todo estaba desordenado. Había muchos elementos rotos, o con rasguños. No era un lugar cómodo para ella, ya que necesitaba ser descubierto y reparado. Tantas veces le habían dicho como debía ser y actuar o quién era, que el caos reinaba allí. ¿Cómo alguien puede descuidar el espacio más importante? ¿Por qué buscar fuera lo que uno puede encontrar dentro? Este tipo de preguntas comenzaron a acechar su mente, las soluciones estaban más cerca de lo que pensaba....
El desorden dio paso al orden, a las prioridades. Los rasguños y las heridas, se fueron transformando en aprendizajes, y dejo de luchar. ¿Por qué continuar una guerra que ya había terminado? ¿Que nunca quiso vivir? ¿Por qué adoptar la defensa cuando ya no hay ataques? ¿Por qué buscar fuera las palabras que todo el mundo debería dedicarse? ¿Por qué esperar por los demás para hacer lo que más anhelamos?
Ella, plenamente completa y capaz. Solo necesitaba recordárselo a si misma cada día.
Transformar todas las palabras negativas recibidas, y dejar que esa pequeña luchadora descansara. Darle las gracias por su esfuerzo, por el escudo. Por ser siempre tan fuerte y no derrumbarse ante nadie. Aunque poco a poco se debilitara. Y en ocasiones resultase engañada, o dudara por culpa de los demás.
Devolverle toda la fuerza, pero en esta ocasión no para luchar, sino para alcanzar sus sueños, propósitos y mayores deseos.
...Y EL TIEMPO HIZO EL RESTO.
...Educar niñ@s libres y respetuosos con los demás. Tolerantes y empáticos. Apoyarlos desde pequeñ@s a que consigan sus metas, que sueñen a lo grande. Capaces de construir sus alas, para después volar. Observar lo que ocurre a su alrededor y que nadie intente cortárselas.
Trabajemos porque no haya más PEQUEÑ@S LUCHADOR@S.
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