Todos estamos llenos de luz.
Lo que varía es la cantidad dependiendo de nuestro momento mental. Ahora... ¿Hacia dónde apunta tu foco?
A veces depositamos nuestra luz fuera o en los demás. En otras ocasiones, intentamos captar fuera o en otros, la luz que necesitamos para nosotros.
Pensemos... ¿No sería mejor aprovechar lo que tenemos? Es decir, alimentar nuestra propia luz.
Cada vida está llena de pequeños rayos que observar. Nuestras luces y sombras. Nosotros decidimos en que depositar nuestra energía. Encendiendo o apagando nuestra sonrisa.
De esta manera nuestra luz, cada vez será más y más grande, hasta iluminar la oscuridad.
De esta manera nuestra luz, cada vez será más y más grande, hasta iluminar la oscuridad.
Los demás nos verán resplandecientes y podremos compartir con ellos esa luz, encendiendo vidas.
Somos el reflejo de lo que llevamos dentro.
Y cuando limpias todas tus sombras, solo queda: Luz.
Y cuando limpias todas tus sombras, solo queda: Luz.
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Qué bonita reflexión. Yo ahora estoy enfocada en mis alumnos y mi familia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy bonita reflexión
ResponderEliminarBesos